Vallejo para no iniciados II de Julio Carmona, a propósito del centenario de Trilce.

Escrito por J. Miguel Vargas Rosas

Hablar de Trilce, manifiestan muchos, es hablar de «uno de los desafíos intelectuales y emocionales más intensos que se ha creado en la lengua española», a tal extremo que algunos —sin querer tal vez— han desmerecido el contenido profundo que lleva intrínsecamente esta obra poética al señalar que se trata de una rebeldía solo gramatical acometida por su autor, el peruano (y ya universal) César Vallejo, con el fin de inventarse un nuevo lenguaje.

Julio Carmona, crítico literario y poeta, nos acerca a esta enigmática obra que, dicho sea de paso, cumple cien años desde su primera edición; cien años que, precisamente, motivaron a Carmona a publicar «Vallejo para no Iniciados II, una lectura de Trilce» este 2022, que termina ya. Partamos de que Carmona tiene una acepción marxista en cuanto a la literatura, lo cual lo hace más cercano al pensamiento de nuestro vate universal y de esta manera no solo interpreta los poemas contenidos en la obra, sino también emite juicios críticos. No obstante, es el propio Carmona quien señala reiteradamente que él, frente a los poemas de Vallejo, no es quien tiene la última palabra, dejando en claro su modestia literaria.

Desde nuestra perspectiva, «Vallejo para no iniciados II, una lectura de Trilce» supera con creces a «Vallejo para no iniciados I, una lectura de Los heraldos negros», debido a que encontramos un trabajo más minucioso y detenido, que no podía ser de otra forma debido a la complejidad de los poemas de Trilce. Así pues, Carmona encumbra a un Vallejo no solo marxista y serio, sino también a uno jocoso e irónico. La meticulosidad en el estudio de los poemas, podemos entreverla ya en el análisis de los primeros poemas que hace Carmona: «(… y obviamente, se está haciendo un neologismo al convertir en verbo —oberturar— al sustantivo obertura o composición musical que abre o introduce una obra más amplia)»(p. 43); de esta manera Carmona no cae en el craso error de analizar únicamente desde la óptica política, sino que también lo hace desde lo semántico-sintáctico —aunque, una de las formas de plasmar la política es a través del verbo y Vallejo lo hace.

Pero, esto mismo lleva al autor de «Vallejo para no iniciados II» (VNI II) a polemizar con otros analíticos de la obra de Vallejo, por lo que con lo primero que deslinda es con la postura que plantea la exclusividad de la rebeldía frente a la gramática y la libertad del uso del lenguaje en Trilce y nada más. «Con lo dicho por este autor se insinúa que lo único que debe buscarse en la poesía de Trilce es lo que ‘CV le hizo al lenguaje’», puntualiza tras citar a Mario Montalbetti cuando este se refiere al poemario, y para Carmona hay mucho más que destacar de Trilce. Estos rebates serán continuos en la obra, y eso mismo lo conduce a extraer al político Vallejo que habla entre sus versos, como cuando analiza el poema IV: «Vale decir que al partido político el artista lo respeta y le obedece en sus decisiones organizativas; pero en su arte no debe inmiscuirse. Por esta observación se puede decir que el poema adquiere la cualidad de poética con visión de clase» (p. 41), lo cual no es para nada desacertado si recurrimos a las posturas poéticas que el propio Vallejo asumiera frente a la política en “El arte y la revolución”. Y es que Julio Carmona para sustentar su postura y su análisis recurre muchas veces al mismísimo Vallejo que ha dicho mucho acerca de la función del arte y la literatura.     Carmona recurre también a la filosofía, sociología, ciencia (cuando habla de la dialéctica, por ejemplo) e incluso a la psicología para introducirse en el pensamiento del vate —para lo cual se ha nutrido bastante de la vida del mismo—, pues interpretando las emociones en base a las interjecciones y exclamaciones a las que el poeta recurre reiteradamente en Trilce, se pueden deducir mensajes emocionales y/o subliminales; así como interpretando las palabras claves (aparentemente sin sentidos) nos remonta a mensajes casi encriptados que a su vez nos conducen a las teorías de Marx, a quien Vallejo solía citar de forma intercalada (entre algunas líneas) en sus artículos ensayísticos. También encontramos, de la mano de Carmona, una conexión de Trilce con Los heraldos negros y Poemas humanos, lo que nos lleva a afirmar que Vallejo se superó, pero esta superación no implicó para nada (como muy mal piensan algunos dizque escritores) que abandonara su lado humano y marxista plasmados en sus demás poemarios. Esta interconexión va a ser develada por Carmona en varias ocasiones, ya que también perdura la imagen metafórica de las figuras religiosas de María, Jesús, Dios, Pedro, etc. que en la obra poética de Vallejo son una constante —debido a la influencia maternal—. De ahí que Trilce no se despegue del todo de los demás poemarios, temática y espiritualmente hablando —no se podía esperar nada diferente, teniendo en cuenta que Vallejo era conocedor y partidario del materialismo dialéctico y sus leyes—.

Apartando ese lado político, filosófico y profundamente humano de Vallejo, hay poemas que Carmona destaca para a dar a conocer el rompimiento de aquella leyenda del “poeta triste” con la que se le asoció a Vallejo. Refiriéndose al poema XII, Carmona enfatiza: «Evidentemente, es un poema en el que se manifiesta el sentido del humor del locutor poético y (como en términos generales ocurre con otros poemas del libro) descarta aquella desventurada opinión que catalogó al autor como un “poeta llorón”» (p. 73). Esto tras analizar de la siguiente manera el poema en mención (dicho sea de paso, señalamos que VNI II tiene la siguiente estructura: cita textual de cada poema, interpretación de casi verso a verso del poema citado y anotaciones al margen de cada poema): «(1) Empiezo por la palabra “peluza” a la que el locutor poético convierte en neologismo porque la que admite el diccionario es “pelusa” y está relacionada con el pelo; por ello, el lector tiene que asignarle otro significado, y, por lo que sugiere la lectura del poema, se trata de la acción coital» (p. 72)

Hay que darse cuenta y valorar la didáctica de la cual hace uso Carmona para explicar la interpretación de los versos. Habría mucho más que destacar sobre la obra Vallejo para no iniciados II, sin embargo, no es nuestro objetivo extendernos demasiado ni someter a nuestros lectores al tedio de nuestro comentario. Lo que sí creemos necesario señalar es que, sin temor a equivocarnos, Carmona se constituye como uno de los pocos críticos y analíticos de la obra de Vallejo que llega al fondo del espíritu de nuestro poeta universal, nos lo muestra humano como solo él pudo ser, como el hombre y político, marxista y revolucionario; se asoma al lado complejo de Vallejo, expresado en Trilce, con una objetividad e imparcialidad lúcida. En síntesis, nos muestra a un Vallejo, a través de Trilce, mucho más real y no simplón.

Debate constantemente contra las posiciones que buscan ubicar la poesía de Trilce en ese rincón de la poesía sin mensaje ni fondo alguno, para decir a todos que en Trilce hay más que simples rupturas ortográficas o juego del lenguaje. Hay mucho más trabajo por parte del poeta. Además, confronta a los que buscan denigrar la imagen de Vallejo, pretextando analizar sus poemas. «Y, bueno, ese es el riesgo de fragmentar un poema: pues al fragmento se le hace decir algo que, dentro de la totalidad del poema, no quiere decir. Como queda demostrado en la lectura precedente, en la que no se ve dónde está el supuesto nihilismo que aduce Yurkievich. El poeta más bien está dando noticia de un mundo existente; no, de una nada. No hay nihilismo. Hay realismo» (p. 101); señala Carmona frente a la acusación de nihilismo que hiciera Yurkievich a Vallejo tras una lectura de Trilce y lo mismo hará frente a otras acusaciones de otras figuras literarias a causa de sus malas interpretaciones de Trilce. Como podemos apreciar, Carmona no solo es un analítico de la obra de Vallejo, sino también un partidario suyo.

Sin embargo, no todo es una sucesión de rebates contra los que golpean con un palo y duro a Vallejo; también da la razón a otros críticos como Gonzales Vigil e incluso llega a ceder el análisis completo de un par de poemas a otros críticos literarios, porque los reconoce como trabajos insuperables. Tal es el caso del chileno Neale-Silva (1906-1989), quien interpreta concienzudamente el poema XXV y muy lejos de entrar en contradicción o belicosidad con el análisis de Carmona, complementa a este. Es el propio Carmona quien reconoce la valía de dicha interpretación, la cual a su vez ha sido ya aceptada con anterioridad por la viuda de Vallejo. Carmona acopla el texto de Silva a la estructura del libro que él ha entretejido y ambos concuerdan en que Vallejo reivindica nuevamente la realidad del indio (campesino) peruano y si en verdad no lo menciona como tal, utiliza las imágenes simbólicas y limpias de la poesía para colocarlos como protagonistas de un poema que acude a la prosopopeya; aunque no mencione la explotación del hombre por el hombre, transmite la tristeza por los padecimientos del hombre del campo, dejando sentir la solidaridad del poeta por ellos, contagiando así al lector de ese sentimiento de comuna que pervive en el mundo andino.   Carmona acota que, si bien Vallejo no hablaba como sociólogo cuando asumía su labor de poeta, inconscientemente brotaba entre sus versos la sociología.

De esta manera el texto «Vallejo para no iniciados II» se explaya hasta el último poema que conforma el libro “Trilce” y nos muestra a un Vallejo político, a un Vallejo hombre, al Vallejo jocoso, al que toca temas eróticos y sexuales, así como al Vallejo que trata la cotidianidad en su vida que, es a la vez, la vida rutinaria del hombre. Estamos pues, ante una obra de análisis muy detallada que no solo nos aproxima, sino que nos introduce al mundo Vallejiano, a sus sentimientos, a sus vivencias en la prisión, a sus amores fallidos, a la nostalgia por la pérdida de la madre “María” y de la otra amada “María”, por quienes reclamaría en Los heraldos negros, y cuyo tema vuelve a tratar en Trilce. Es decir, el análisis rompe con la falsía de que Trilce solo es juego de lenguaje y nos muestra la amplitud, complejidad y profundidad de la poesía y del espíritu de César Vallejo, quien se expone como un humano, pero un humano que no deja de lado su posición de clase.

Cierra el libro, interpretando el poema “Trilce”, en donde como conclusión señala: «Y tanto Trilce, el poemario, como “Trilce”, el poema, son el reflejo de esa conciencia, de ese espejo singular: la conciencia del poeta realista» (p. 338).

Un libro muy sugerente, que rompe con lo tedioso que suelen ser los libros de crítica literaria, debido a la fluidez del lenguaje y al dinamismo propio de la didáctica que conserva el autor hasta finalizar el análisis completo del poemario en mención, además de que nos permite redescubrir a César Vallejo y nos proporciona una nueva forma de leer los poemas de Trilce.