«Vale más canción humilde que sinfonía sin fe». J.C.
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Hace pocos días recibí un correo electrónico con la transcripción de un relato de Gabriel García Márquez que, venía titulado así: “La crisis”, y que, originalmente, yo había leído en otra versión y con otro título: “Éxodo”. Obviamente, el relato de Gabo es muy bueno. Pero en el caso del email aludido ha sido modificado, en varias partes (además del título). Y eso es censurable, pero lo es más la interpretación (o manipulación) que de él se hace.


El tema del relato es el siguiente: Una señora, por la mañana, presiente que algo terrible va a ocurrir en su pueblo. Y luego de difundirse su presentimiento, al atardecer, no sólo todos abandonan el pueblo, sino que alguien le prende fuego. Y la señora dice: ‘Ya ven, yo dije que algo terrible iba a ocurrir’.


Y la interpretación que acompaña al texto (modificado o manipulado del correo electrónico), es la siguiente: “Esto se llama la profecía auto cumplida’. ‘No hagas caso del rumor’. ‘No seas tú mismo un instrumento para crear el caos’. ‘Lo negativo atrae a lo negativo’. ‘Sé positivo’. ‘Tratemos de construir… no de destruir’. ‘Si seguimos hablando de crisis, habrá crisis.”


Y, en realidad, esta “interpretación” lo que está propiciando es hacerle el juego a los gobiernos comprometidos con la crisis (incluido el nuestro). Lo propuesto por Gabo no va por ahí. Éste apunta a descubrir cómo las intuiciones de la gente del pueblo pueden cambiar el rumbo de la historia. ¿Por qué no interpretar que en el subconsciente popular hay el deseo poderoso de incendiar todo lo malo y corrupto que hay en nuestra sociedad? ¿Acaso no se sabe que si se quiere construir lo nuevo tiene que hacerse superando lo viejo? Y esto lo intuye (y hasta lo quiere) el pueblo. ¿Por qué debemos acallar ese clamor?


¿A quién no le conviene que le muevan el avispero? ¿Acaso esos interesados por el statu quo, por la inmovilidad social, por el “no muevan el piso” no inventan a cada rato sus cortinas de humo para tapar, precisamente, sus crisis y corruptelas? La «famosa» gripe porcina no es otra cosa que una cortina de humo para que no se hable de la crisis. Y ahora resulta que quieren usar el relato de Gabriel García Márquez para lo mismo. Se debe hacer lo contrario. Y no sólo hablar de la crisis, sino: denunciarla como la mayor zamarrada de los sinvergüenzas que prefieren que no se hable de ella.