Descripción
Cuando publiqué Hombres de caminos me sentí como ante un Tribunal. Con el dedo acusador uno de los amigos me dijo: “¡Has imitado a Faulkner!”. Otro: “Lástima. El tema del bandolerismo daba para una novela mayor”. Un tercero: “¡Qué descuidado eres con el lenguaje, Miguel!”.» (B-2008-a: 159).
Y nos atrevemos a decir que a Miguel Gutiérrez (MG) las opiniones de sus amigos ‘le llegan (para usar un eufemismo) a la punta del pájaro’, pues quien lo entrevista —ficticiamente— pregunta:
—Y tú, ¿cómo te sentiste?
—¿Quieres que te sea franco?
—Sabes que puedes confiar en mí.
—Sentí una erección formidable. (Ibíd.)
Pero, después de leída la novela que aquí nos ocupa, Confesiones de Tamara Fiol (CTF, B-2009-a), creemos que MG debería deponer ese prejuicio que tiene respecto de «los amigos del gremio», cuyas opiniones no necesariamente han de responder a oscuros resquemores o aviesas envidias, porque hasta dos de esas ‘opiniones de sus amigos’ a las que alude le son aplicables a CTF: ‘las limitaciones de la novela’ y ‘el descuido del lenguaje’.
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