«Vale más canción humilde que sinfonía sin fe». J.C.
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En su primera intervención de autodefensa, el inculpado por genocidio Alberto Fujimori afirmó: que el ex presidente Fernando Belaunde se equivocó al considerar que los insurrectos de los 80’ eran abigeos. Y esta aseveración es una falsedad histórica que pasa a engrosar el cúmulo de mentiras a que nos tiene acostumbrados el acusado Fujimori, y que conforman un voluminoso tomo cuyo título bien puede ser el de “Cuentos del chino”. Veamos algunos: Que tenía una sola nacionalidad, que no iba a hacer schock económico, que siendo Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas él no sabía nada de lo que éstas hacían, que se iba invitado a Brunei, etc.

Volviendo a Belaunde. Es verdad que ésa fue una expresión suya. Incluso la adornó diciendo que no eran guerrilleros, sino “guerrigeos”. Pero eso lo dijo en su primer gobierno (1963-1968) y, más propiamente, en 1965, con las guerrillas del MIR y del ELN. Y tampoco se puede decir –como lo insinuó el reo de lesa humanidad– que Belaunde lo dijo por ignorante o desinformado. Que, de ser así, la responsabilidad de esa ignorancia y desinformación no serían suyas sino de las fuerzas armadas de entonces, cuyo servicio de inteligencia y aparatos logísticos habrían sido unos ineptos, así de simple. Es obvio que Belaunde dijo eso para no alarmar a la población.


En todo caso, el error de Belaúnde, en el segundo alzamiento armado de los ochenta, fue (no el infundio que le atribuye Fujimori) sino hacer, precisamente, que intervinieran las fuerzas armadas. Pues éstas lo único que hicieron fue aplicar la doctrina de sus homólogas argentinas, que se basaba en la estrategia de “tierra arrasada” (¿quién no recuerda que ésta fue implementada por el General Cisneros, a quien justamente llamaban “el gaucho”?).


Y, finalmente, las fuerzas armadas no derrotaron militarmente al terrorismo (tanto es así que, hasta en este gobierno del APRA, han continuado sus acciones). Éste fue derrotado políticamente, con la captura de su cúpula por parte de la policía. El mérito de esa derrota fue, pues, de las fuerzas policiales, preparadas para la guerra con el enemigo interno. Mientras que las otras lo están para la guerra con el enemigo externo. De ahí que su actuación fuera de exterminio contra todo civil sospechoso: La Cantuta, Barrios Altos así lo prueban. La DINCOTE utilizó una estrategia más efectiva, de inteligencia, que empezó en el segundo gobierno de Belaunde. O sea que la cacareada propaganda de que fue Fujimori quien pacificó al país es otro “cuento del chino”.