«Vale más canción humilde que sinfonía sin fe». J.C.
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En la segunda mitad del siglo XX, allá por el año 1965, en las principales calles del centro de Lima, se ubicaron unos kioscos sui generis en los que se ofrecía una colección de libros en edición popular denominada Populibros. Este proyecto editorial lo dirigía el gran escritor Manuel Scorza. Fue “un gol”. En la mayoría de hogares de esa época se podía ver la colección creciente de Populibros, con atractivos títulos de difícil acceso.

Obviamente, esto ocurrió en mi hogar. Por entonces ya había adquirido yo el virus de la endemia literaria, y leía cuanto podía adquirir. La biblioteca de Populibros cumplió una función decisiva en esa afición lectora. Y entre sus títulos figuraba uno: Trujillo: causas de una dictadura sin ejemplo, del dominicano Juan Bosch. A partir del título, siempre creí de su autor que era un historiador o un político, básicamente. Pero lo novedoso era que ese texto no tenía la aridez o escueta presentación de los hechos que en este tipo de especialistas se suele dar, sino que presentaba los datos históricos con un atractivo dominio de la narración literaria.

Unos años después, estudiando literatura en San Marcos, me enteré que se trataba de un importante narrador de Nuestra América. Pero leyendo sus dos libros: Cuentos antes del exilio, y Cuentos del exilio, puedo decir que ratifico mi primera impresión y que la amplío hasta considerar que los estudios literarios han sido injustos con él, considerándolo sólo como un representante, en su país, de la tendencia ruralista y/o indigenista; porque, realmente, se trata no sólo de un maestro del cuento, sino de un representante egregio de nuestro realismo literario, del realismo de Nuestra América.

Y lo destacable es que ya en el ensayo sobre el dictador Trujillo se vislumbra uno de los parámetros de la estética realista de nuestro autor: una preocupación decisiva por el pasado. Ahí dice: “El autor hace un alto para comportarse no como militante antitrujillista, sino como investigador de la historia dominicana, a quien le interesa sobre todo dar con los orígenes del mal de su pueblo, a fin de que otros puedan evitar que el porvenir vea su repetición.”

Y el pasado es también la fuente de su narrativa, con logros tan deslumbrantes como para sentir orgullo de ser americano.