AUSCULTACIONES A UN ESCRIBIDOR

Cuando alguien ha escrito o ha hecho mucho en algo y por algo, se corre el riesgo de ser tomado en cuenta, para elogio o para afrenta. El mundo literario de un novelista (ficción) no necesariamente tiene que ser el reflejo de su mundo real (realidad), pues puede valerse de ella para licuarla con la fantasía e imaginación.

Por cada obra publicada de Mario Vargas Llosa -ya encaramado en la fama desde los 60- se deben haber escrito un promedio de entre veinte a treinta libros -o más- sobre lo que quiso decir y lo que no dijo y cómo lo debía decir. En una novela se pueden esconder todas las taras, obsesiones, rasgos autobiográficos, vengancillas, frustraciones y aspiraciones; entre líneas se puede esconder la ideología del que dice ser apolítico, la religiosidad del que dice ser ateo o la perversidad del que se precia de ser un santurrón. Pero también la novela pude ser el perfecto embauque y no tener más que la mirada manipuladora y el acto maniqueo del hacedor literario.

Con el inmenso poder literario y prestigio mundial que tiene Mario Vargas Llosa, no es fácil que un libro de crítica adversa a él logre sobreponerse a más de cincuenta años de triunfos y vigencia literaria -de ostentar casi todos los premios del mundo literario, excepto, el Nóbel-; por eso es poco tentador atreverse a escribir un libro apologético -que son los más- o que radiografíe con una lupa sus yerros, y que éstos se pongan en evidencia ante sus admiradores.

Julio Carmona es de los pocos que ha elegido esta última opción: presentar un libro -con rigor científico, eso sí- con pruebas de los errores históricos, gramaticales, geográficos, e incongruencias ideológicas del autor de “La casa verde”, a la sazón un consumado novelista metódico y profesional, con un par de doctorados académicos en Literatura e Historia (además de múltiples doctorados honoris causa).

Carmona hace todo un buceo, muy pormenorizado, de la carrera ideológica de Mario vargas Losa, compilando y contrastando los artículos y cuanto libro publicado contenga su discurso estético-político.

El título del texto de Carmona “El mentiroso y el escribidor”, no sólo es provocador, sino hasta cierto punto confuso y peyorativo a simple vista, porque califica con dos adjetivos semánticamente diferentes entre sí. Para la justificación de mentiroso, se vale de las conceptualizaciones del propio Vargas Llosa de literatura = mentira. Pero, en realidad, una mentira literaria no es lo mismo que una mentira social o política o histórica. Una mentira literaria equivale a una ficción recreadora o fabuladora de licuar realidad con fantasía, y no a una intención de ocultar verdades. Otro aspecto que es menester resaltar es el hecho de tratar de confundir la mentira con el error. La mentira -no literaria- es intencional, hace daño, tergiversa la realidad, adrede, con réditos o beneficios para quien la practica -como no es la mentira literaria, que tiene una intencionalidad, pero estética, ficcionadora.

Esta vez Vargas Llosa es el cazado, bajo lupa ideologizadora y de convicciones antagónicas, entre el autor aludido y el propio Carmona.

Es innegable que la intencionalidad de Carmona es mostrar, a vísceras expuestas, las inconsistencias e incongruencias de Vargas Llosa en su largo trayecto literario y político. Sólo una cosa dialéctica queda flotando ¿se le puede pedir a un intelectual que piense y mantenga las mismas convicciones que tuvo hace cincuenta años? ¿Es un pecado pasarse de la izquierda a la derecha, si tus convicciones y desencantos no concuerdan con la realidad y el tiempo histórico?

Hay dos méritos en Julio Carmona, en su libro: tiene coraje para remar “contra viento y marea”, con un texto que seguramente ni será comentado por los amigotes incondicionales y teloneros cofrades del autor de “La ciudad y los perros”; y, el rigor conceptual y las pruebas al canto que acompaña su análisis textual de convicciones ideológicas, prácticas intelectuales y remar literario-político de uno de los autores más consagrados de habla hispana en el mundo entero.

Julio Carmona en su texto demuestra la falibilidad de Mario Vargas Llosa en su arquitectura narratológica, en su concordancia histórica y en sus planteamientos ficcionales; su incongruencia intelectual, sus taras ideológicas, sus dislates estéticos e imposturas literarias, sus ambivalencias y su dialéctica evolución hacia un sector heterodoxo de la vida política, social y estética.

En conclusión no porque se sea un escritor consagrado, investido de muchos Honoris Causa y candidato eterno al Nóbel, se puede ser una vaca sagrada y sentirse exento de yerros e inexactitudes. A la gente de vanguardia e intelectual le encanta que alguien derrumbe tigres de papel o ídolos de barro. La gente intelectual tiene sus héroes literarios, pero cuando alguien les pone su kriptonita, produce una sensación de hacer del dios un ser común y corriente. Carmona tiene en osadía y tamaño lo que ponen las avestruces.