«Vale más canción humilde que sinfonía sin fe». J.C.

El archivo que precede a éste (en este blog) fue difundido por el profesor José Alberto Atto Mendives a través de su correo dignidad.UNP@gmail.com, y suscitó la siguiente respuesta de la señora Socorro Granda Chunga (una de las sentenciadas y mencionada en el artículo aludido) respuesta a la que, a mi vez, respondo inmediatamente después:

EMAIL DE LA SEÑORA SOCORRO GRANDA DIRIGIDO A JOSÉ ATTO

Señor Atto, realmente es una lastima que usted se halla convertido en el «cartero » del señor Carmona. y que alegremente reparta sus articulos sin importarle si estos se ajustan a la verdad. Como bien se indica, este es un juicio antiguo. Y voy a darle otra versión de los hechos: en el 2001, se realizaron las elecciones para consejo de facultad, y quienes participamos de la vida universitaria, sabemos que todos los grupos interesados en intervenir en los procesos eleccionarios, no esperan la invitación en sus casas. Todos supimos del cronograma de elecciones, pero los apetitos personales en uno de los grupos, donde varias personas aspiraban a ser «cabeza de lista» para tentar el decanato, impidieron formalizar una lista, hubo renuncias, peleas, idas y venidas. Por eso no presentaron lista.- Nadie se los impidió. Que tenian mayoría eso es mucha arrogancia o un subjetivismo alucinante, en plena elección, en el mismo día, llamaron al ausentismo, al voto blanco o viciado, pero una infima minoria les atendio el pedido en esto último. Todos los docentes de la facultad acudieron a elegir, salvo dos docentes que estaban con licencia y fuera de la ciudad. Ganamos por mayoría absoluta. Y los que perdieron en las anforas, no solo hicieron su berrinche sino que acudieron al poder judicial, al que es asiduo el mencionado docente. Tenga en cuenta, que este mismo juicio ha tenido ya varias sentencias adversas al demandante, tanto de la fiscalia como de juez, pero quien dispone de tiempo, de recursos y alimenta amarguras o fantasmas ha estado en una apelación permanente, tanto que en el mismo juicio se la ha negado reclamos y peticiones » porque no es parte agraviada». Este juicio tiene señor Atto, 3 tomos y cientos sí, cientos de folios y miles de horas de trabajo de una mente obsecionada dizque por la justicia. Vamos a ir a una sentencia, despues de 2 años en que atender 15 juicios diferentes impulsados por el mismo sujeto, pasamos por alto éste, porque entenderá que quienes tenemos una familia a quien atender, es decir padres, esposa o esposo, hijos, trabajos complementarios para cubrir gastos de educación, de salud, vivienda,etc no solo,personales sino de quienes están bajo nuestra tutela, nos falta tiempo para pasar horas de horas leyendo expedientes. Escucharemos con atención la sentencia y así como el demandante ha tenido varias ocasiones para apelar sentencias adversas, ese mismo derecho nos asiste y lo usaremos.
Déjeme decirle que también los psicólogos tenemos un aforismo «dime de que eres anti y te dire que eres» es lo que se llama el mecanismo de defensa de reacción- formación. Dicen que Hitler odiaba a los judios porque el mismo tenia ese origen.
Señor Atto, aprovecho la oportunidad para decirle que elimine mi dirección electrónica de su agenda. No me interesa recibir resentimientos, atender actitudes mesiánicas, megalómanas, gente alucinada que se siente y se cree los guardianes de la moral, la justicia, por favor no existen los Superman, los Batman. Jesus, el Mesias sólo vive en nuestro espiritu y en nuestras acciones.

Socorro Granda Chunga

(Por supuesto, la transcripción que hago de este escrito respeta la mala redacción de quien lo escribe. Nadie puede ser condenado por incurrir en cacografía.)

RESPUESTA AL EMAIL DE LA SEÑORA SOCORRO GRANDA

Estimado José, He recibido el email que me has reenviado de la Psicóloga Socorro Granda. Todo él es un solo despropósito que desdice de la calidad profesional de quien lo escribe. Por supuesto ese despropósito mayor se subdivide en desatinos menores que, obviamente, no voy a tratar aquí de manera exhaustiva, porque la mayor parte de ellos no resiste al más mínimo análisis.

Y voy a empezar por el último, que consiste en pedirte que elimines su dirección electrónica de tu agenda. Porque –dice– no interesarle “recibir resentimientos, atender actitudes mesiánicas, megalómanas, gente alucinada que se siente y se cree los guardianes de la moral, la justicia, por favor no existen los Superman, los Batman. Jesus, el Mesias sólo vive en nuestro espiritu y en nuestras acciones”.

Y ese pedido es un despropósito indigno de la profesión de psicólogo, porque de ser ciertas todas esas afirmaciones de “resentimiento, mesianismo y megalomanía”, el seguir recibiendo esas comunicaciones le permitiría hacer un interesante trabajo de investigación.

Lo cierto es que todos esos calificativos se convierten en un bumerán, como insulto, que retorna a su origen, puesto que el resentimiento se da en quien se siente descubierto en sus fechorías y considera que es injusto que se las enrostren o si no porque se le está ofendiendo en su honor; y esto no ocurre conmigo, porque a mí (los sentenciados) no pueden acusarme de ningún error sancionable, y tampoco han mellado mi dignidad de manera personal, de tal suerte que el resentimiento no es un calificativo que me sea aplicable.

Y lo de mesiánico y megalómano tampoco, porque yo no me estoy proponiendo para reemplazarlos en ningún cargo. Y ellos (hablo en plural, porque al parecer, es común a varios –si no a todos– los sentenciados) sí se creen llamados a ocupar esos cargos de decano, de jefe, de director, aunque nunca hayan demostrado tener los méritos del caso, y, finalmente, sus acciones los desmienten, aunque la “psicóloga” diga que Jesús se refleja en sus ideas y en sus acciones; declaración esta última que revierte en su contra, pues una creencia de ese tipo viene a ser el sumun de la megalomanía y el mesianismo: ¿que Jesús se refleja en las ideas y acciones del corrupto? ¡Por favor!

Yo lo único que he hecho es cumplir con un imperativo de mi consciencia, que es –por lo demás– propio de todo ser normal: luchar contra la corrupción. Y bien se sabe que el flagelo de la corrupción empieza por atropellar el estado de derecho (leyes, normas y reglamentos), y lo que yo he hecho es salir en defensa de la legalidad, defensa que, lógicamente, se realiza en el fuero legal, y porque, además, esa asunción principista (signo de normalidad) no sólo es un derecho sino también un deber, así establecido por la ley, por las normas morales y por los reglamentos de la Universidad. Entonces, yo pienso que en la administración pública –definitivamente– hay hasta cinco especies de servidores.

El normal, que es aquel que defendiendo el estado de derecho (conforme lo he descrito arriba) no busca servirse de los cargos, sino de servir al cargo y a los usuarios del mismo, y, por lo tanto, frente a una idea por realizar o una acción por ejecutar, busca el amparo de la ley; no cree que él mismo sea la ley, ni se pone en el plan de pretender, al atropellarla, pasar por ignorante de la misma o de haber sido engañado por un corrupto mayor, siendo él mismo –como todo indica que así es– un corrupto de marca mayor.

Con las ideas expuestas he completado las otras especies de servidores de las cinco que anuncié arriba que iba a exponer, y son: a) el ingenuo, el que dice que fue sorprendido por la viveza o la labia de un corrupto que lo hizo apoyar los atropellos a la legalidad que aquél le proponía; b) el ignorante, aquel que desconoce las leyes y las normas elementales de la administración, sirviéndole ello de coartada, para argumentar su aceptación de incurrir en tales errores; c) el corrupto mayor (innato) aquel que a sabiendas y abusivamente inobserva todas las normas, en la seguridad de que todo el sistema corrupto habrá de protegerlo: porque el poder judicial demora tanto que cuando salga la sanción –si es que sale– pues ya habrá prescrito todo.

Y d) todavía hay un último espécimen de servidor público: el indiferente, el que no apoya a ninguno de los extremos y deja que los defensores de la legalidad (lamentablemente, pocos) le “saquen las castañas del fuego”, y no dice “esta boca es mía” frente a las tropelías de los corruptos. Y en este caso, los corruptos salen ganando. Y, por supuesto, los corruptos no les dicen nada a los indiferentes, más bien tratan por ahí de convertirlos en “ingenuos” o en “ignorantes” que suelen ser los más bajos escalones para alcanzar el alto nivel de la corrupción.

Pero el corrupto sí se indigna contra el servidor público honesto que lo denuncia. Y es el caso de la “psicóloga”, a quien respeto como mujer o madre pero no como funcionaria, pues la resolución administrativa (Archivo 1) que la sancionó por malversación de fondos del Estado (delito en el que reincidió: Archivo 2), y las sentencias judiciales en lo civil (Archivo 3, nulidad de elecciones; Archivo 4, nulidad de directorios, y Archivo 5, concurso de docentes nulo), y en la medida que en todas estas nulidades ella actuó como consejera usurpadora de funciones, obviamente, ello la descalifica como funcionaria.

Y ya que he llegado a tratar este tema judicial, voy a desbaratar las hepáticas lucubraciones de la “psicóloga” en ese sentido. Porque la única causal que ella pretende desestimar es aquella de la sentencia civil (Archivo 3) que anuló las elecciones de la lista única que “ganó” en diciembre de 2001 la consejería de la FCCSSE, porque dichas elecciones se convocaron con tal “estrecho plazo”, por decir lo menos, que no permitió la presentación de otras listas.

Pero, en realidad, esa no fue la causal única o definitoria que motivó la nulidad de dicho acto electoral. Esa en todo caso fue la consecuencia de las verdaderas causales previas que son enumeradas en la sentencia civil (que anuló el acto electoral). Y te pido por favor leas en el Archivo 3 el sexto considerando (folio 5) que empieza así: “Que, conforme a lo probado en autos, en el caso sub litis se ha dejado en evidencia que en el proceso eleccionario analizado en el considerando precedente se han (sic) incurrido desde su inicio en una serie de trasgresiones a la Constitución, las leyes y los reglamentos aplicables”. Y, a continuación, verás que se enumeran hasta cinco causales, que aquí resumo:

1. Que el acto electoral empieza con la sesión del Comité Electoral en el que se acuerda llevarlo a cabo (Ley 27444, Artículo 3º, inciso 1), y no como dijo Eduardo Vegas Ancajima (reemplazante de Cedano en la presidencia del Comité Electoral y en complicidad con él) que empezaba el día de la convocatoria;

2. Que la convocatoria se hace por avisos públicos del Comité Electoral, y no, como se hizo, a través del Decano;

3. Que, en ese orden de ideas, Cedano debió renunciar tres días antes de la sesión llevada a cabo el 31-11-2001, y no como lo hizo, el día 4 de diciembre, es decir tres días antes del día viernes 07, en que se redactó el oficio (llegándole el día 10) al Decano anunciándole el acuerdo de realizar las elecciones, dándose sólo dos días para recabar los formatos de inscripción de listas, y en esos dos días el aviso de la convocatoria fue puesto en una pizarra que nadie solía leer;

4. Que todo eso imposibilitó que otros docentes (no coordinados por Cedano) pudieran presentar lista;

5. Que Eduardo Vegas Ancajima no cumplió con contestar oportunamente ni de la manera correcta a las impugnaciones hechas contra todas esas irregularidades por un grupo de profesores; Esta versión de los hechos, repito, figura en la sentencia civil (Archivo 3) de un proceso que demoró tres años en la vía civil (2002 a 2004), respetándose el debido proceso, con los alegatos de defensa por parte de los demandados (Cedano Santur y Vegas Ancajima).

Y esa –según la “psicóloga”– es una versión distorsionada y hasta falsa de los hechos; mientras que lo expuesto por ella sí es la versión única y verdadera, cuando en realidad lo que ella ha hecho es irse por las ramas, sin animarse a reconocer que los procesos judiciales siguen su curso y se ventilan (con todas sus demoras) al margen de las acciones que realicen las partes.

Y lo único que ha demostrado es una absoluta ignorancia de cómo se llevan a cabo dichos procesos, lo que es corroborado con la siguiente afirmación: que “este mismo juicio ha tenido ya varias sentencias adversas al demandante, tanto de la fiscalia como de juez” (sic a todo), y, en realidad, a lo que se refiere la “psicóloga” es a una u otra resolución que puede tener el carácter de “auto”, pero de ninguna manera de “sentencia” (además la fiscalía no sentencia; sólo sentencia el juez), y ésta, la sentencia, es una sola y definitiva, las otras resoluciones son partes del proceso que no lo concluyen.

Y las resoluciones (de una jueza anterior) a las que la “psicóloga” hace alusión tienen que ver con la sospechosa exclusión del ex rector Edwin Vegas Gallo, quien es evidente que ejerció influencia para ello desde el cargo de miembro del Consejo Nacional de la Magistratura. Y, en efecto, se anularon los delitos de Abuso de Autoridad y Desobediencia a la Autoridad que lo comprometían a él. Pero quedó pendiente el de Usurpación de autoridad que sólo compromete a los sentenciados. Ese es todo el asunto. Y sólo un ignorante de la Ley o un corrupto puede considerar que no constituye usurpación de funciones el haber ejercido un cargo que finalmente es anulado. Y, por último, esta nulidad judicial fue ejecutoriada por el Comité Electoral y ratificada por el Consejo Universitario (Anexo 6).

En otro punto de su email, la “psicóloga” dice que los psicólogos tienen el aforismo siguiente: «dime de que eres anti y te dire que eres», y agrega que eso “es lo que se llama el mecanismo de defensa de reacción- formación. Dicen que Hitler odiaba a los judios porque el mismo tenia ese origen” (por cierto, los errores de redacción pertenecen a la “psicóloga”).

Con ello se debe entender que si yo odio a la corrupción es porque también soy un corrupto. Y en ese razonamiento hay dos connotaciones deducibles: que ella está reconociendo ser una corrupta, y que el supuesto odio (negado) que le tengo es porque también soy corrupto. Lo primero (que ella es una corrupta) queda demostrado con lo expuesto aquí; lo segundo, tiene que demostrarse, eso es lo científico. Lo otro es elucubración, y, por lo tanto, no creo que ese “aforismo” sea aceptado por todos los psicólogos porque a todas luces deviene anticientífico. Y lo que sí se puede decir es que en la psicología y en todas las ciencias humanas dignas se dice que los corruptos suelen actuar con falsa conciencia, es decir, aquella que los convierte en esquizofrénicos, pues su personalidad negativa la manipulan de manera muy capciosa para hacerla pasar como personalidad positiva. Y a propósito del Hitler mencionado ahí por la “psicóloga”, alguien ha escrito lo siguiente: “Todos odiamos las comparaciones con el nazismo, pero ello no impide denunciar la lógica fascista de este tipo de razonamientos.” Porque comparar a Hitler (que fue un feroz depredador de toda legalidad) con alguien que defiende la legalidad es un despropósito digno sólo de esa falsa conciencia denunciada, porque quien lo hace es –como queda demostrado– una irremediable transgresora de la normatividad.

Y aquí puedo dar por terminado este comentario, porque así como el email que lo motiva ha desenfocado los hechos elementales que trata la sentencia judicial que yo he creído pertinente comunicar a los docentes unepinos por tu intermedio (como un caso aleccionador), todo lo demás que en él se afirma resulta ser no sólo desprovisto de asidero sino que es además un aberrante galimatías, con el agravante de estar muy mal redactado (y esto demuestra que el hígado es mal consejero hasta cuando se escriben sandeces). Y todo ello –como afirmé al comienzo– desdice de la calidad profesional de quien lo elucubra (psicóloga) y de su capacidad de educadora.

Más bien se puede decir que sus desvalores explican la deformación en que se ve sumida la educación en el Perú, porque, lamentablemente, y al parecer, la corrupción ha hecho metástasis, y los corruptos e indiferentes suman más que los profesionales normales.

(Los archivos que van adjuntos en el email correspondiente resultan ser difíciles de incluir aquí, por su cantidad y por la extensión de cada uno. En todo caso voy a tratar de colgarlos por separado en lo sucesivo).