Vallejo para no iniciados: Al maestro, con cariño        (Julio Carmona)

En este artículo trato de expurgar algunas ideas encontradas en ciertos textos —específicamente, de Marco Martos— en los que el pensamiento de César Vallejo se tergiversa (con cierta ligereza, de ninguna manera pienso que con oblicua intención). Marco Martos, refiriéndose a CV, escribe:

«Se creyó, en los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil Española, que eran la historia y la ideología los pilares de su magnífica poesía, y se siguió pensando de ese modo en los años de la Guerra Fría [1] pero el marxismo, años después, ha dejado de ser una filosofía de la acción, como quería Marx mismo [2], y se ha transformado, como hubiera temido su creador, solo en una manera de analizar el mundo [3]» (2014: 11).1

A continuación, voy a hacer algunas precisiones a las partes de la cita, sugeridas con los numeros entre corchetes:

  1. Decir que ‘eran la historia y la ideología los pilares de la poesía de CV, y que eso era lo que creyó la crítica después de la Guerra Civil española y en los años de la guerra fría’, induce a creer o a hacer creer que en los períodos señalados solo existió ese tipo de enfoque crítico (ideológico/historicista), como si la crítica formalista no hubiera existido desde entonces y aun antes, pero también se entiende que recién con el Congreso Internacional Vallejo Siempre se estaría manifestando ese enfoque crítico formalista, opuesto o superador del «historicista-ideológico»; no es gratuito que MM termine su texto de presentación indicando que «Principiamos esta tarea y seguiremos con Vallejo siempre» (op. cit. 13). Pero queda flotando la siguiente pregunta: ¿quiénes hacían esa crítica sesgada ideológico/historicista?, porque hasta ahí no se ha precisado esto.
  2. Es decir, no se asevera que esa crítica sea la marxista (pues para ello hubiera sido honesto que indicase a uno o dos autores que —desde el marxismo— así lo hicieron). Pero MM lo insinúa, cuando —inmediatamente después de la frase que acabo de analizar— dice que «… el marxismo, años después, ha dejado de ser una filosofía de la acción, como quería Marx mismo», y digo que lo insinúa porque —de manera sesgada— pasa a hablar no de la crítica literaria marxista, sino de su filosofía. Sin embargo, no debe perderse de vista que esto lo dice después de esta previa aseveración: que lo que creyó la crítica literaria después de la Guerra Civil española y en los años de la guerra fría, es decir, casi toda la segunda mitad del siglo XX: «que eran la historia y la ideología los pilares de su magnífica poesía [de CV]», y, si se relacionan ambas aseveraciones, se tiene que llegar a la conclusión de que —según MM— la crítica literaria del marxismo se reducía a esa prescripción que: ‘la historia y la ideología eran los pilares para estudiar la magnífica poesía de CV’. Y, en el supuesto de que así lo fuera, está también sugiriendo que esa es responsabilidad absoluta del marxismo, como el formalismo lo es de la crítica que hacen sus adeptos formalistas. Sin embargo, se debe precisar que ni los unos ni los otros tienen autoridad para prohibirse su respectiva acción.
  3. No obstante, al parecer, MM sí desliza esa «prohibición», porque como dice que el marxismo, «de ser una filosofía de la acción» (…) «se ha transformado, como hubiera temido su creador, solo en una manera de analizar el mundo»3, según ese criterio, entonces, la crítica marxista ya no tiene nada qué decir sobre la poesía de CV, porque la ideología marxista que hay en su poesía es prescindible; y así lo dice MM, más adelante: «Independientemente de la misma ideología que aparecía en sus textos, la escritura de Vallejo sigue siendo potente y conmovedora» (Ibíd.). Es obvio que MM está contrastando dos concepciones críticas: la del formalismo (escritura) y la del marxismo (ideología). Y, más aun, de toda esa prescripción también ha de entenderse que el propio marxismo también es prescindible, pues no tiene ya cómo transformar la realidad puesto que, hoy por hoy, reduce todo su esfuerzo a analizarla. Y, en el fondo, esa es la intención subyacente a todo lo expuesto, escuetamente, en la «Presentación» de MM analizada aquí.

Ahora bien, si existió ese tipo de crítica —que reducía sus alcances a lo meramente «histórico-ideológico»— hubiera sido interesante que MM ilustrase su existencia con los nombres de sus cultores, como más delante de su texto lo hace con ‘las personas que habían conocido y que apreciaban’ a Vallejo, como así mismo lo hace con «los investigadores universitarios»2, que al ocuparse de su obra «con agudeza hacían observaciones pertinentes»; pero respecto de los ‘críticos histórico-ideológicos’ los lectores nos quedamos en ayunas. Y en el supuesto caso de que existieran esos críticos, no creemos que sus textos merezcan el desprecio o la remisión al ostracismo, pues alguna ‘observación pertinente’ de ellos ha de ser rescatable.

Y el hecho de que MM diga que ese tipo de crítica pertenezca al pasado tampoco clausura la posibilidad de que en el presente se trate los temas de la realidad, la historia y la ideología en la obra poética de CV. El afirmar lo contrario resulta, más bien, una intención ideológica como, al parecer, es la de MM en el desarrollo de su texto. Que diga, por ejemplo: «Independientemente de la misma ideología que aparecía en sus textos, la escritura de Vallejo sigue potente y conmovedora» (Ibíd.), habría que preguntar si, con la expresión «que aparecía» ¿da a entender que esa ‘ideología ya no aparece’ en los textos de CV? Entonces, el lector tiene la sensación de que lo que se quiere no es solo desterrar del campo de la crítica los enfoques que tratan esos temas de la realidad, la historia y la ideología, poniéndolos entre paréntesis, aunque sigan estando presentes en los textos de CV, sino que, además, se está induciendo a aislar y proponer como única válida a la concepción crítica formalista, pues destaca el hecho de que «la escritura de Vallejo sigue potente y conmovedora» (independientemente de su ideología). Y no otra cosa se desprende de la siguiente aseveración (por demás severa):

«De otro lado4, aquellos que interpretan la poesía de nuestro autor buscando aquello real irreductible o el sentido inalienable de las cosas, en palabras de Roland Barthes, suelen en ocasiones encontrarse en verdaderos callejones sin salida y se encuentran con un muro de silencio al final de su jornada5, porque la lírica de Vallejo, más que ninguna otra de Occidente, se resiste al camino unívoco de las verdades de a puño como quisieron algunos estudiosos que endiosaban un método u otro de estudio» (op. cit. págs. 11-12).

En la parte final de la cita nos encontramos otra vez con el «ayuno», pues no se cubre nuestra expectativa por saber quiénes son esos «algunos estudiosos» que buscaban solo lo ‘real irreductible o el sentido inalienable de las cosas o el camino unívoco de las verdades de a puño’ y que además «endiosaban un método u otro de estudio». Aunque toda la recusación a ese tipo de crítica resulta volverse, en retroceso como búmeran, a su punto de procedencia, pues el hecho de descartar ese método que se ha caricaturizado, implica estar proponiendo otro que resulta, a su vez, «endiosado» pues desestima al que pone como ejemplo negativo, y si no se quiere ser ‘un estudioso que endiosa un método u otro de estudio’, pues se debe ser tolerante con todos los métodos que en el mundo han sido, aunque no sean gratos a quien los denuesta, y aunque se tenga preferencia por uno en especial. Como, al parecer, es el caso de MM, quien —después de la cita precedente— sugiere cuál es el tipo de estudio que él releva:

«Es cierto que la poesía de Vallejo es compleja, la más compleja en varios siglos, desde Góngora y Quevedo [1], y es cierto que su grandeza se va asimilando poco a poco, pero es verdad también que como aquella de Mallarmé a la que el vate peruano tanto admiraba, deja siempre una pista para el lector de buena voluntad que encuentra en esos renglones pergeñados hace más de setenta años un camino de perfección de su propia humanidad [2]. Vallejo se ha convertido en un escritor clásico, porque independientemente de la ideología marxista de su adultez, independientemente también del pensamiento cristiano que puede rastrearse en toda su escritura [3], tiene algo básico universal que latía en los hombres de la horda y que vive todavía en el cuerpo y en la mente del hombre que habita las grandes urbes contemporáneas. Y eso lo capta cualquier lector acucioso [4]. (Ibíd.)

  1. Con esta expresión: «la poesía de Vallejo es compleja, la más compleja en varios siglos, desde Góngora y Quevedo», se está privilegiando la estructura formal de la poesía de CV y, de preferencia, su complejidad, dada la premisa discriminante de las citas anteriores, y, más aun, si se la relaciona con dos de los paradigmas formalistas del barroco español: Góngora y Quevedo.
  2. Y lo anterior se ratifica con la inclusión de otro representante paradigmático del formalismo moderno (siglo XIX), Stephan Mallarmé6. Y, sobre este tópico de los poetas admirados por CV, existe la tendencia a establecer ese vínculo, de preferencia con Baudelaire y, en este caso, Mallarmé, como si su «admiración» fuera garantía de identificación estética. En todo caso, CV no exoneraba a Mallarmé de su relación con lo social y lo político. Dice: «Mallarmé vivió en perpetua abstención política, neutral ante el flujo y reflujo de los parlamentos y ausente de los comicios, asambleas y partidos políticos. ¿Se colegirá de aquí que “La siesta del fauno” carece de espíritu político y de sentido social? Evidentemente, no»7. Y de esta forma se presentan «verdades que no requieren demostración», pues en todos los textos informativos de CV (crónicas y opiniones estéticas, salvo el que acabamos de citar) no aparece el nombre de Mallarmé con el sentido que le atribuye MM. Cabe preguntar ¿de dónde ha sacado MM la idea de que ‘el vate peruano admiraba tanto la grandeza de Mallarmé’? Y, esta sigue siendo una información sin sustento si es que no se presenta la fuente, máxime si se habla de su «grandeza» que igual que la de Mallarmé «se va asimilando poco a poco», y con mayor razón si se dice que ambos dejan «siempre una pista para el lector de buena voluntad», y esta frase lector de buena voluntad resulta ser un tanto sibilina, pues lleva a deducir que los hay de «mala voluntad» y que, obviamente, serían los arriba estigmatizados ‘que buscaban solo lo real irreductible o el sentido inalienable de las cosas o el camino unívoco de las verdades de a puño’. Y, más aun, se entiende que solo este «lector de buena voluntad» ‘encuentra un camino de perfección de su propia humanidad’.
  3. Con esta frase: «independientemente de la ideología marxista de su adultez, independientemente también del pensamiento cristiano que puede rastrearse en toda su escritura», encontramos una aseveración segregacionista de otras posibilidades de interpretación que no sean las puramente formalistas, lo que es, al mismo tiempo, contradictorio, porque si se admite que la obra de CV se puede analizar ‘independientemente de sus ideologías marxista y cristiana’, y eso implica admitir que están vivas y actuantes ahí, ¿por qué decir que esa escritura se puede estudiar independientemente de ellas? Y está bien que se haga así, pero sin excluir a quienes se inclinan por lo otro.
  4. Ahora bien, tomemos del inciso anterior la primera frase: «Vallejo se ha convertido en un escritor clásico», pues encaja perfectamente con la que inicia este apartado, no solo porque es su continuación sino porque establece una conclusión también segregacionista, que se puede plantear con una pregunta: ¿solo ‘lo clásico’ «tiene algo básico universal que latía en los hombres de la horda y que vive todavía en el cuerpo y en la mente del hombre que habita las grandes urbes contemporáneas»?, y que esto ¿solo puede ser percibido por «cualquier lector acucioso»?, frase esta última que recuerda a una anterior: «lector de buena voluntad», es decir que ambos calificativos (acucioso y de buena voluntad) son atribuibles al lector formalista que estudia la obra de CV «independientemente de la ideología marxista de su adultez», pues, quienes no lo hacen así no son ‘lectores acuciosos ni de buena voluntad’.

Una pregunta relacionada con la ideología marxista de CV —que también es opinable— la hace MM, en la «Presentación» a otro libro: «¿Borró el marxismo el cristianismo inicial del poeta?»8 En principio, es esta (marxismo/cristianismo) una oposición inexistente: el marxismo es ciencia, el cristianismo es creencia. Cuando Marx dijo que «la religión es el opio de los pueblos» no lo dijo solo con referencia al cristianismo, sino a toda religión. Mientras el marxismo lucha por liberar al ser humano en la tierra (liberarlo incluso de su ilusión post morten), toda religión (incluido el cristianismo) pretende hacerlo «en el cielo», manteniéndolo atado a esta ilusión en la tierra. De ahí que no sea contradictorio (o, en todo caso, es una contradicción por unidad de contrarios) que haya sacerdotes cristianos o católicos que adhieran a los reclamos de justicia marxistas, y que hasta tomen las armas para su consecución.

Si alguna relación cristiana o marxista se encuentra en la poesía de CV, no debe servir para tratarlas con maniqueísmo, porque incluso pueden estar siendo utilizadas como mecanismo de construcción poética y no necesariamente como confesiones de filiación ideológica, para —por ellas— determinar que CV fue un «poeta marxista» (denominación que no existe en la ciencia literaria de esta doctrina9) o un «poeta metafísico y cristiano». ¿Quién que ha nacido en un hogar católico no ha sido conminado por su familia a aceptar la idea de un dios omnipotente? Pero de esta imposición muchos se liberaron al adoptar una ideología científica que les quitó la venda de los ojos y de la consciencia. Y es esta última concepción la que prima o prevalece en el resumen de su vida. Vallejo no tiene por qué ser una excepción.

Notas:

[1] Marco Martos, «Decires sobre César Vallejo», «Presentación»  de: Varios, 2014, Actas del Congreso Internacional Vallejo Siempre. Lima: Editorial Cátedra Vallejo, t. 1.

2 Esta afirmación de que el marxismo, «de ser una filosofía de la acción» (…) «se ha transformado, como hubiera temido su creador, solo en una manera de analizar el mundo», solo puede ser sostenida por alguien que no es marxista, y emitida casi casi como un suspiro de preocupación superada, ya que en ella subyace el deseo de que los marxistas dejen de impulsar la revolución violenta, y solo se dediquen a analizar, desde sus escritorios, lo que pasa en el mundo que los rodea (muy calmados y pacíficos). Pero las rebeliones —en todo el mundo— contra los gobiernos corruptos del capitalismo y las luchas armadas contra el imperialismo en ese mismo mundo vivito y activo, solo pueden ser ignoradas por quienes no quieren verlas, y prefieren pensar que los marxistas son solo los intelectuales que escriben sobre estos temas, negando —a priori— que los luchadores sociales tengan algo que ver con el marxismo.

3 Y, entre esas personas, MM menciona a Haya de la Torre. Pero, aparte de que no precisa cuál es el trabajo en que Haya ‘con agudeza hubiera hecho esas observaciones pertinentes’ sobre la poesía de CV, hay testimonio de otros amigos que señalan una relación tirante entre ambos. Por ejemplo, Ernesto More refiere: «Vallejo no era un desconocido para Haya, pues ambos habían trabado ya amistad en Trujillo, cuando el cholo estudiaba en la universidad de esa ciudad. Pero me parece haber advertido siempre que Haya, aunque bien hubiera querido tenerlo en sus filas, sentía por él cierto recelo, a causa de la fuerte personalidad del poeta» (1988, Vallejo en la encrucijada del drama peruano. Lima: Editorial Moisés Bendezú Riveros, pág. 61).

4 El conector de orden, correcto, es: «por otro lado». La forma usada por el Presidente de la Real Academia de la Lengua de Perú: «de otro lado», no es la más correcta.

5 Pero esto mismo es lo que MM dice —en otro texto— que le pasa a los críticos de la poesía formalista: «… pese a los espectaculares avances de la lingüística y de la interpretación de textos literarios, estamos todavía (y tal vez lo estemos siempre) en el principio del principio de la interpretación global de la escritura surrealista» («Los nombres de Moro», en: 2012, En las fronteras de la poesía. Lima: Lapix Editores, p. 35).

6 Una alusión a Mallarmé la hemos encontrado en el libro de Ernesto More y atribuida a Ángela Ramos: «París conoció su genio, vio su desfallecimiento, recibió su último hálito. París lo guarda celoso como a Verlaine, Mallarmé, Baudelaire, sus iguales» (op. cit.: 52). Otra referencia a la relación Vallejo/Mallarmé la plantea Xavier Abril, llegando a sostener —prácticamente— que si CV no hubiera leído el poema del francés «Una jugada de dados jamás abolirá el acaso», seguramente hubiera demorado en encontrar «una salida y una solución a sus vagos intentos renovadores» (Abril, 1980. Exégesis trílcica. Lima: Editorial Labor, p. 16), o sea que CV no habría llegado a escribir Trilce tal como se le conoce. Exageraciones así tenemos.

7 César Vallejo (1973). El arte y la revolución. Lima: Mosca Azul Editores, p. 48.

8 Cf. Marco Martos en «Presentación» a: Stephen Hart (2014). Una biografía literaria. Lima: Editorial Cátedra Vallejo. p. 14.

9 ‘No hay un arte marxista’, escribe Henry Lefebvre, «sino una teoría marxista del arte» (1956, Contribución a la estética. Buenos Aires: Ediciones Procyon, p. 11).