Cuando entre hierros me pusieron
Los carceleros de mi patria
Para que no cantara tu hermosura,
Oh, virgen combatiente,
Sonora estrella, luminosa
Palabra de los libres,
Yo soñaba contigo;
Yo besaba uno a uno
Tus pétalos dispersos
De rosa elemental;
yo despertaba
A cada amanecer con la memoria
De tu luz en el alma.

Yo soñaba contigo
Recordando
Muchos nombres queridos
De seres y comarcas.

De noche, en el silencio de mi celda,
Cuando sólo se oían
Los pasos del guardián
Como golpes de cuero
Rebotando en los muros,
Confiaba en tus banderas
Y todo en mi interior resplandecía.

Porque no hay fuerza en el mundo
Capaz de detenerte,
Ni piedra ni puñal que te aniquilen;
Porque tu mano, ¡oh, virgen!
Dadora de esperanza,
¡Capitana!
Fertiliza los campos y alimenta
El fuego matinal cuyo mensaje
Atravesó las rejas de mi celda
Cuando entre hierros me pusieron
Los carceleros de mi patria.

Pompeyo del Valle,
Honduras