UNA CUESTIÓN SENCILLA

La lucha de clases en la concepción marxista, a la que adhiero, significa en el campo político dos cosas sustantivas: enfrentamiento de las clases populares (con la ideología del proletariado a la cabeza) contra las clases dominantes, y la captura del poder por parte de las primeras.

En literatura, trascendiendo, la lucha de clases se traspasa al campo de las ideas: a lo que ellas quieren significar y dar como mensaje, sin descuidar el goce estético de las mismas.

Si esto es así, entonces una pregunta valedera en esta polémica abierta. Específicamente con Santiago Roncagliolo: ¿Por qué los cosmopolitas antinacionales de la literatura (Roncagliolo, Cueto, Niño de Guzmán, Ampuero, Bayly), que no creen en la lucha de clases, aunque sí en la violencia represiva de los sectores dominantes, incluyendo los paramilitares, han tomado como tema la violencia de los 80?

¿Simple curiosidad? ¿Perspectiva cosmopolita?

Nada de ello. La respuesta es sencilla. Aparte de los graves errores en que incurren, como lo ha graficado en su respuesta Julio Carmona, lo han hecho con el mismo propósito de su jefe y mentor Vargas Llosa cuando escribió La guerra del fin del mundo: con el fin de desprestigiarla, desconcientizarla, desvalorarla, caricaturizarla, hacerla, a los oídos y conciencia de la gente, peligrosa, atrabiliaria. Y eso, como dice Dante Castro, no se lo vamos a permitir. Pues la lucha de clases y la violencia revolucionaria (en todo terreno) siguen siendo el motor y la partera de la historia.

Y además, por otra razón mucho más sencilla y práctica. Porque ellos sí creen en la lucha de clases. Y hasta en eso son esquivos y mentirosos, al negarla permanentemente. Pues la admiten como valedera cuando se vuelve represiva contra los sectores empobrecidos y explotados. Por eso jamás dijeron nada respecto al papel de Vargas Llosa en Uchuraccay y por eso Fernando Ampuero se permitió decir, con el mayor desparpajo del mundo, que él creía en el mundo andino cuando veía a su doméstica.

O sea, que no sólo creen en la lucha de clases, sino también en la exclusión y denigración de las clases explotadas. ¡Esta es la ideología que los ampara y protege! ¡La que los encubre en sus trabajos literarios! ¡La que los devela en su conducta soberbia, orgullosa y cotidiana!