PUNTOS CLAVES A UNA CUESTIÓN SENCILLA

Estimado Juan Cristóbal, en cuanto al principio marxista que enuncias, en muchas partes estoy de acuerdo contigo, sólo deseo puntualizarte tres cosas que me parecen incorrectas en tus interpretaciones socio-políticas:

1° Si bien es cierto la lucha de clases es permanente y eterna (casi axiológica), en cambio la violencia revolucionaria NO es igual de permanente, esta se forja según las condiciones objetivas y subjetivas, económico- sociales, según el voluntarismo consciente de las clases destinadas a encauzar la revoluciones.

2° El Perú no solamente es «andino» ni éste término es sinónimo de clases «pobres», no es correcta la idea, no querido amigo; el Perú es costa, es amazonía, son los Andes, y en todas estas áreas también hay clases sociales dominantes y opresoras en pugna con las clases marginadas del poder y la riqueza de los bienes materiales y la apropiación de la producción, es decir, hay lucha de clases.

3° En la literatura, en esta discusión hay confrontación de ideas pero no violencia porque si no estaría viendo tus palabras chorreando glóbulos rojos de los Vargas, los Cuetos, los Niños y demás hierbas urbanas aristocráticas o de la gran burguesía compradora peruana. Por su puesto, los arriba indicados, manejan las letras a su favor, imponen el cinismo y la mentira; por eso es que, aunque parecería paradójico, en la era de la dictadura militar fujimontesinista las novelas militaristas de Mario Vargas fueron reproducidas por miles (empezando por la Ciudad y los perros), las descripciones a lo lejos de indios salvajes en su Lituma en los Andes; y el «sacrificio policíaco» que pinta a todo color en esta obra la posición de los dueños del poder y sus comandos militares, le elevaron como el máximo esplendor de la creación mentirosa del régimen y del literato.

¿Porqué no hubo un escritor popular de esa talla? ¿Por el manejo político de la literatura de los usurpadores del poder? ¿Por violencia literaria? NO, simplemente manejo psico-social del SIN para encubrir los crímenes del poder, parte descriptiva de la «artística» violencia real del ejército reaccionario peruano.