«Si no vives para servir, no sirves para vivir»
es el lema de los blogs de Julio Carmona
(editados con la colaboración de Juan Víctor Alfaro):
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La marmota en los Estados Unidos es una tradición. Es la más pequeña y acertada adivina del tiempo que hay en el planeta.

Cada 2 de febrero, en un pueblo de nombre impronunciable, Punxsutawney, siete caballeros vestidos de frac y con sombrero de copa se apuestan frente a la madriguera y esperan a que salga, restregándose las pestañas, el pequeño roedor.

Al dejar su casa, la marmota piensa un instante y mira hacia atrás y adelante. Si no ve su sombra, pronostica que la primavera está por llegar y decide quedarse fuera de la madriguera.. Si descubre su propia sombra, eso significa que el invierno va a continuar y por lo tanto se regresa a la camita para continuar durmiendo.

En el Perú, comienza a nacer una tradición parecida. En una suerte de cárcel dorada o dormitorio de marmota, hiberna un hombre al que se debe tanto el saqueo de la hacienda pública por centenares de millones de dólares como espantables crímenes contra la humanidad que hicieron normal y cotidiano el dolor, la tortura, el tormento, el suplicio y el genocidio.

Con la misma avidez y afiladas uñas de los roedores de su especie, esa marmota, antes de escapar de su madriguera con dirección al Japón, llenó decenas de maletas con dinero, documentos secretos, videos reveladores y parte de su botín. El avión ya se le iba, pero continuaba cerrando maletas. Después, en Tokio, firmó de prisa un cobarde fax de renuncia a la presidencia para poder usar las manos en contar los fajos de dólares que había llevado.

El roedor que gobernó el Perú no perdonó ni siquiera el más pequeño dinerito que se le pusiera cerca. Cuando los japoneses le enviaron ropa usada para donar a los menesterosos, le pareció que entregar eso a los peruanos pobres iba a significar un despilfarro, y encargó a su hermana que vendiera esa mercancía.

La rapiña procedía además de los arreglos entre su socio Vladimiro Montesinos y los narcotraficantes. Nacía en la sobrevaloración de las obras públicas. Derivaba de las multimillonarias comisiones por contratos y por compras a empresas del exterior. Se originaba en los sobornos que aceptaba de los grandes empresarios. Según el procurador anticorrupción, 6 mil millones de dólares desaparecieron de las arcas del Estado durante la era de la marmota.

Una parte de ese capital fue invertida en comprar la fidelidad de los canales de televisión, otra fue destinada a subvencionar periódicos-basura con los cuales se ha alimentado desde entonces la necesidad de información de los peruanos pobres.

Los videos filmados por su socio nos han mostrado adonde fue también ese dinero. Cualquier lector puede revisarlos en este mismo momento en el Internet si desea ver a parlamentarios, periodistas, publicistas y empresarios, y tener frente a ellos una sesión de vergüenza y de vómito mientras cuentan los dólares que les regatea Montesinos, el contratista.

Debido a las limitaciones de la ley de extradición, no se le ha juzgado por todos sus crímenes, pero se le han probado todos los imputados, y él mismo ha admitido otros para evitar más revelaciones propias de la secuencia judicial.

Hace poco, escribí: » Todos saben en el Perú que los nueve modestos estudiantes y su profesor fueron víctimas de una masacre ordenada por un hombre que hacía gala de su admiración por una bestia vecina, y dijo en esos días: “El será Pinochet, pero yo soy Chinochet.”

Todos saben que este personaje simplón, seminalfabeto, casi lombrosiano, justificó en público y en privado, todas las veces que pudo, el baño de sangre…”

Me refería a los estudiantes y al profesor de la Universidad Nacional de Educación que a medianoche fueron sacados de sus viviendas en el campus para luego ser torturados, quemados vivos y enterrados en medio de los caminos. Cuando su desaparición fue denunciada, la marmota del Perú salió a la televisión para declarar que los muchachos se habían fugado para ir a unirse a la subversión.

Creo hoy que el mayor de los crímenes de la marmota ha consistido en fundar un Estado perverso y sembrar una opinión pública para la cual la bestialidad criminal de parte del gobierno es admisible en caso de conmoción interna, o de oposición que pueda revelar secretos muy incómodos.

Ese tipo de opinión todavía no ha sido borrado, ni parece haber intención en hacerlo. Ello explica los altos porcentajes que las encuestas adjudican en su camino hacia la presidencia a una candidata cuyo primer decreto será abrir la puerta de la madriguera donde duerme la marmota.

Algunos de los millones robados pagaron los estudios secundarios de “college” de esa señora como pagaron y están pagando los carnavalescos bailes que promocionan su campaña. No hay en el caso peruano siete caballeros vestidos de frac y con sombrero de copa apostados frente a la puerta de la marmota, sino la farándula, la morralla, las carnestolendas, las comparsas, el rey momo, lo grotesco, lo maloliente y lo infame.

La candidata sube en las encuestas, y su mano está cada vez más cerca de la puerta de la madriguera. En, Punxsutawney, la marmota es una tradición. En el Perú, tradición y maldición son palabras muy parecidas.
 
(Tomado de: «Correo de Salem»).