«Si no vives para servir, no sirves para vivir»
es el lema de los blogs de Julio Carmona
(editados con la colaboración de Juan Víctor Alfaro):
www.vosquedepalabrasvives.blogspot.com
www.mesterdeobreria.blogspot.com

Es ya una técnica decantada y usada por doquier que los personajes de las novelas, los cuentos y hasta los poemas sean conjunciones de rasgos de varios modelos vivientes que el escritor conoce o sabe que existen, a los que añade los de su imaginación, con los cuales crea sus arquetipos o estereotipos, como quiera presentarlos a sus lectores. El gran artífice de la novela con mensaje — ingrediente cada vez más raro en la novela contemporánea— ofrecido con el encanto del suspenso, Graham Greene, le explicaba a uno de sus amigos que el uso de la primera persona del singular en la narración no significaba siempre que el autor fuese el narrador. «“Yo” no es el único personaje inventado —le decía—: ninguno de los demás, desde las figuras menores como el encargado de negocios británico, hasta los principales, ha existido nunca. Un rasgo físico tomado de alguna persona determinada, un modo especial de hablar, una anécdota… tales son los materiales que se mezclan en la cocina del subconsciente y emergen irreconocibles, aun para el propio cocinero, en la mayoría de los casos.» Aludía a su novela Los comediantes (The comedians), el más importante y vívido relato sobre esa versión créole del infierno, la aberración y la inmundicia, juntos y revueltos, que fue el Haití de Duvalier.
El personaje de mi novela El botín de la Buena Muerte, a quien presento como Laia, ha tomado mucho de los rasgos de una encantadora amiga catalana que vivió tres décadas en el Perú desde que tuvo doce años, a la que conocimos mi esposa y yo hace unos diez años, cuando pasamos una temporada en Barcelona. Es hija de un republicano que para salvar su vida tuvo que salir de la España retrógrada y vil de Francisco Franco —a la que asocio con la España de los tiempos de la conquista. Como la mayor parte de catalanes, ella vive inmersa en la cultura, los libros, la modernidad y la información. Nos privilegia con su amistad, pero también enviándonos cuanta noticia, comentario y documento, de los que no suelen llegar a nuestras tierras, juzga que puedan interesarnos.
El documento más reciente que nos ha enviado es un artículo sobre el símbolo @ que me lanzo, dichoso, a compartir con ustedes.
El simbolo @ y su historia
En el mundo hispano la conocemos como “arroba”, aunque hay quien se hace el experto y la llama «at», en inglés. Como sea, todo el mundo reconoce el símbolo que está en medio de una dirección de correo electrónico: @.
Pero, ¿de dónde viene? ¿a quién se le ocurrió utilizarla en Internet? ¿habrá pensado en que se convertiría en uno de los más importantes caracteres de la red? ¿por qué elegir justo ése símbolo? Y, por encima de todo, ¿quién lo inventó?
La respuesta a todas estas preguntas nos llega en un documento fechado el 4 de mayo de 1536
Ahí se encuentra claramente dibujado el símbolo @. Se trata de un escrito comercial italiano. Hoy, en Italia le llaman chiocciola, es decir,»caracol».
Durante siglos, la @ navegó por los prósperos puertos venecianos hasta todos los confines del imperio naval británico,  pasando por el mundo árabe y por España. Finalmente, desembarcó en Internet. 
La «arroba» se utilizaba en los registros mercantiles de las naves de carga que atracaban en las costas árabes y españolas.  Los mercaderes venecianos utilizaban el «ánfora».
El descubrimiento de la chiocciola fue realizado por el profesor de historia Giorgio Stabile, de la Universidad La Sapienza de Roma.
Stabile explicó al diario italiano La República que su búsqueda de la «arroba» se inició con el sentido anglosajón que se le dio a ese símbolo tipográfico: @ era un símbolo mercantil que significaba «al precio de».
Con esta pista, el profesor italiano se lanzó a buscar sus orígenes entre los pueblos que comerciaron con el mundo anglosajón. 
Stabile tuvo la suerte de ser guiado por la Escuela Paleográfica Romana hasta una serie de documentos mercantiles italianos, propiedad del Instituto Internacional de Historia Económica «Francesco Datini», en Prato, a cargo del curador Federigo Melis.
La sorpresa de Stabile no fue menor cuando descubrió que la hoy famosa @ era utilizada hace 500 años como el símbolo comercial de la «ánfora», una unidad de medida aún más Antigua.
Sin embargo, Stabile aun no estaba convencido y llevó su búsqueda hasta 1492. Un diccionario español-latín traduce la palabra «arroba» como «ánfora», lo que demostró que ambas unidades de medida eran conocidas tanto en el mundo árabe-hispánico como en el greco-latino. La denominación española de «arroba» (que en árabe significa «un cuarto») es la misma medida que la antigua «ánfora» del comercio de los venecianos en Medio Oriente.
El misterio estaba resuelto, pero aún faltaba responder la pregunta: ¿Cómo llego la «arroba» hasta Internet? 
«Ningún símbolo nace de la nada, ni es elegido al azar», dice el investigador italiano, quien cuenta que el mérito de introducir el símbolo @ en el ciberespacio corresponde al ingeniero estadounidense Ray Tomlinson, uno de los padres de Internet, quien la utilizó en su propia dirección de correo electrónico, todavía en los tiempos de Arpanet, el antecesor de la Red de Redes, a principios de los años 70. Tomlinson decidió incorporar la arroba justo entre su nombre y el servidor que debía recibir el mensaje. 
El símbolo @ había sobrevivido a los siglos en la tipografía anglosajona, todavía bajo el significado mercantil de «al precio de», y estaba incorporada en los teclados de las máquinas de escribir y de las primeras computadoras.
«Hoy, los internautas usamos el símbolo @ como parte de nuestra navegación entre puertos virtuales, a los que se llega para zarpar hacia nuevos destinos, todo en el infinito mundo del ciberespacio.»
El símbolo @ se llama en hebreo CRUJIT, que literalmente se podria traducir como «envuelto» o, con algo de imaginacion, «arrollado». Pero el nombre popular usado en Israel es la palabra alemana SCHTRUDEL, nombre de un postre arrollado hecho de masa de hojaldre rellena.
Monica Berasain-Teperman
“If you change your thinking, you can change your life.”