«Si no vives para servir, no sirves para vivir»
es el lema de los blogs de Julio Carmona
(editados con la colaboración de Juan Víctor Alfaro):
http://www.vosquedepalabrasvives.blogspot.com/
http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/

Racismo no es raciocinio
racismo es sinrazón:
un solo color es digno,
el color del corazón

Nuestra postmodernista humanidad es la víctima inocente de la inoculación malintencionada de muchos antivalores por parte del imperialismo global, los cuales son diseminados viralmente en la conciencia colectiva de las masas a través de la acción cotidiana de los medios de manipulación y desinformación, y pasan luego a ser impunemente asimilados por nuestros sistemas educativos y culturales que los difunden en toda la sociedad, como parte de la alienación mental que se esconde detrás de los planes para lograr la dominación económica mundial. Entre todos estos antivalores, están presentes de una manera más difusa y aparentemente inocente los antivalores de belleza física y espiritual, en los cuales predominan los patrones de
la discriminación racial.

El racismo es una de las formas ideológicas de la discriminación humana más antigua y más extendida en todo el mundo, este se basa precisamente en que la clase dominante en una sociedad asume como valores superiores y normales ciertas características étnicas y de belleza física de sus orígenes de clase, denigrando de toda otra tipología humana que se aparte del patrón establecido por ellos. Una vez que se establece ese patrón racial de dominación es utilizado para la discriminación de grandes sectores populares, de forma tal de disminuir o anular los derechos de los dominados al goce y ejercicio de éstos en los aspectos sociales, educativos y culturales, evitando que puedan acceder a las libertades políticas y económicas, que son reservadas para la élite racial del patrón o norma establecido por ellos mismos (la burguesía).

Nuestras sociedades inmersas en la dinámica de los mercados de consumo, -donde por ejemplo hasta el surgimiento en Bolivia del Presidente Evo Morales, los propios pueblos originarios de Bolivia siendo mayoría numérica absoluta de la población aceptaban inocentemente que ellos eran inferiores al blanco caucásico, alejándolos así de su legítimo derecho a la participación política para conducir los destinos de su patria-; son mantenidas dentro de la manipulación y alienación de nuestros propios valores étnicos naturales, dándose como aceptados los valores racistas impuestos del modelo del blanco caucásico, siendo el patrón hegemónico de belleza establecido por la dominación occidental eurocentrista bajo un modelo de hombre euro-judío.

Es así, como nuestras sociedades inocentemente están inmersas dentro de los valores inoculados de la discriminación racial, y estos son reproducidos en nuestras relaciones sociales diarias, cuando incluso en las novelas de la televisión latinoamericana vemos como los blancos y las blancas son quienes más éxito tienen en sus relaciones personales, en sus relaciones de pareja, en los negocios, en el trabajo, en todo lo que nos venden como patrones del éxito capitalista, prosperidad social, manejo del poder político y acumulación de riquezas.

Lo mejor del caso es que incluso en nuestro lenguaje común usamos las palabras blanco y negro, contentivas en sí de un contenido de discriminación racial, ya que nadie en el mundo es realmente de color blanco ni de color negro, pero así es como se simplifica el racismo, desconociendo incluso que todos los seres humanos tenemos diversos matices de coloración de nuestra piel, ojos y cabello; y decimos que algunas personas son de color, como si aceptáramos que alguien fuera superior por no ser de color; que yo sepa nadie es transparente como para aceptar este tipo de usos en nuestro vocabulario y lenguaje común. Por lo tanto, por ahora es imposible que nuestras sociedades no sean racistas, es un antivalor presente aun en nuestro acontecer diario.

Precisamente detrás de los planes de dominación económica y control de nuestros recursos naturales, están enmascarados los planes de destrucción de nuestros propios valores étnicos y culturales como un primer paso de la dominación mental permisiva a la inoculación de valores foráneos, los cuales son introducidos a través los patrones de la moda y de la belleza física que nos imponen con patrones exógenos como los de la barbie y el ken, con la consiguiente venta de todos los productos innecesarios de un mercado de consumo suntuario y artificial de las grandes industrias textil, del calzado, de los productos cosméticos y farmacéuticos tanto de belleza como de dietas, de los costosos tratamientos estéticos y de las cirugías plásticas.

Sucumbimos así, ante esos patrones impuestos de belleza física y espiritual, en los cuales vienen inmersos los antivalores raciales, quedando condenados al mercado de consumo que nos haga sentir mejor de lo que somos para poder alcanzar lo que el capitalismo burgués nos vende como el éxito y la felicidad. Ya que también, nos han acostumbrado a creer como cierta la realidad virtual que nos imponen por intermedio de una fastuosa imagen visual y sonidos envolventes (excelente, eficaz y eficiente instrumento de engaño), donde
únicamente las personas que puedan parecerse a dicho patrón de belleza lograrán disfrutar de los lujos, lujurias, placeres y orgías, inmersos en el mundo de los licores, el dinero, el poder y toda una larga serie de perversiones.

Estos patrones de belleza, aunque no nos demos cuenta se basan en la discriminación racial, nos establecen todo un complejo patrón de colores de piel, ojos, cabello, labios, uñas, ropa, accesorios, etc.; pero además nos establecen también patrones raciales menos evidentes como los perfiles del rostro, de la nariz, de las cejas y pestañas, forma de los ojos, de los labios, de las orejas, tipos de cabello aceptables, incluso la belleza pasa también por patrones de mayor profundidad corporal como lo son la estatura, la complexión, la
delgadez, la forma y el tamaño de los brazos, de las piernas, de los senos, de los glúteos, en fin de todo lo que sea humanamente posible. Exigiéndonos incluso caer en lo humanamente imposible, ya que para aumentar el incontrolado consumismo antinatural, se nos presentan intencionalmente patrones de belleza que mezclan características de un origen étnico con otro contrapuesto, de manera de obligarnos a soñar con un cabello rubio y crespo a la vez, o con una tez morena y cabello negro completamente liso, obteniendo un eterno cliente para ciertos productos que modifican tu naturaleza étnica para adaptarla al patrón dado.

En el fondo nos venden poder alcanzar una supuesta felicidad virtual, cuando lo que se logra en verdad es llevarnos a un estado de completa frustración interna que nos mantiene pendientes de tratar siempre de ser lo que no somos, anulando todos nuestros valores culturales originarios y cercenando la posibilidad real de alcanzar la felicidad, nos sumergen en un estado de inferioridad alienante que no nos permite superarnos en nuestra propia formación política e ideológica, es la castración del ser humano a ser uno mismo, lo que nos convierte en cualquier tipo de piltrafa que puede ser manejada al antojo de los peores intereses económicos y de poder.

La felicidad humana solo podrá alcanzarse una vez que nos liberemos de todos los antivalores, y que nos demos cuenta que cada individuo posee su propia belleza física y espiritual solo por el hecho de vivir en paz y en libertad con sus propios valores étnicos y culturales, y que debemos de amar al prójimo tal como es, comprendiendo nuestra hermosa diversidad natural multiétnica y pluricultural, la verdadera belleza está precisamente en esa amplia gama de colores, de sabores, de sonoridades, de tonalidades, de olores, de tamaños, de proporciones y formas, de costumbres y expresiones culturales, de idiomas, características que nos hacen a cada cual únicos sobre la faz de la tierra, y que nos diferencian del otro que es nuestro igual en los mismos derechos y deberes.

Lo que les puedo asegurar es que para poder alcanzar esta máxima del humanismo de respetar a nuestros iguales tal como son, debemos acabar con el sistema capitalista que nos divide y oprime, y avanzar en la
construcción del socialismo para lograr un mundo mejor, donde desaparezcan las discriminaciones de todo tipo, de clase, de género, de origen étnico, de edad, de nacionalidad, de creencias religiosas, de nivel de estudios, de tipo de trabajo (físico o intelectual), etc.