«Si no vives para servir, no sirves para vivir»
es el lema de los blogs de Julio Carmona
(editados con la colaboración de Juan Víctor Alfaro):
http://www.vosquedepalabrasvives.blogspot.com/
 http://www.mesterdeobreria.blogspot.com/

Los candidatos y también importantes personalidades , todos defensores del modelo neoliberal, nos hablan de que el cambiarlo es el salto al vacio, el regreso al pasado, el atraso. Los ciudadanos de a pie que hacen suyo este mensaje lo desarrollan. Hablan del crecimiento, del chorreo, del crecimiento de las ciudades, de la eficiencia de los servicios públicos comparados con los de las épocas «pre-modelo». O lo que es lo mismo, las épocas «pre-fujimori» ya que fue el fujimontesinismo el que implantó este «venerado» modelo en nuestro país.

Tomando el ejemplo de la telefonía, efectivamente el monopolio estatal era un desastre. Pero el monopolio (duopolio en telefonía celular) no es nada bueno tampoco. Las tarifas son bastante altas y la capacidad de las operadoras ya está saturada (hay que intentar varias veces para poder comunicarse por celular). El modelo contempla un organismo estatal regulador, pero no funciona. Es más, se dice que hay vasos comunicantes entre el regulador y las reguladas…. como es el dicho popular «hecha la ley, hecha la trampa». Lo que realmente funciona es el mercado con abundantes competidores que luchan por ofrecer un mejor servicio y menores precios para ganarse a los clientes. Cuando el tamaño del mercado es pequeño y no permite la operación de suficientes competidores, el oligopolio impide a los competidores que compitan entre sí ya sea porque concertan o porque no presionan al mercado. La solución a este entrampamiento es un competidor que opere a tasas de utilidad efectiva que no excedan el límite de lo razonable, la cual inevitablemente tiene que ser del Estado. Su participación de mercado tampoco debe ir más allá del 5% al 10% . Sólo está para forzar a las grandes empresas a poner sus precios a niveles reales y a controlar su angurria. Es decir, a desenmascararlas ante sus consumidores si tratan de poner precios abusivos.

Otro «encanto» del modelo fujimontesinista que rige hasta la fecha es la supresión de la estabilidad laboral. Antes vivíamos en el extremo de la estabilidad permanente donde el «cuco» de los empresarios eran las indemnizaciones y derechos laborales elevados de los trabajadores. Ahora con los CAS y los contratos a plazo fijo, las empresas y el mismo Estado no tienen ningún compromiso con sus trabajadores más allá de tres meses, así tengan años laborando y sin necesidad de justificación alguna. Esto yo lo he visto con mis propios ojos en personas cercanas y la verdad es que produce indignación ver que maltraten así a gente no sólo ineficiente o corrupta que por supuesto la hay, sino a personas eficientes y abnegadas por su trabajo, con la «camiseta bien puesta» como decimos. Eso es una terrible inmoralidad. Las personas que así trabajan no pueden hacer planes a plazos mayores a tres meses. Por eso hay muchísimos casos de viviendas que son rematadas por falta de pago. En estas condiciones, la gente vive bajo tensión y angustia, acumula resentimiento. El mismo resentimiento que permitió florecer a Sendero Luminoso y el MRTA. ¿A dónde nos lleva este modelo?

Por otro lado, el modelo se basa en la exportación de minerales. Las utilidades en su mayor parte son para capitales extranjeros, no para peruanos que diversifiquen sus inversiones y puedan crear otras fuentes de riqueza en el Perú. Cuando las riquezas mineras se agoten o cuando baje su cotización internacional, que nos habrá quedado de tal riqueza de las empresas transnacionales exportadoras? ¿Se repetirá la historia del guano?

Y a esto sumemos la corrupción, que aun estando muy por debajo de los países más corruptos de América Latina, es horrendamente nauseabunda con «faenones» descubiertos y otros que constituyen el cuerpo del iceberg.

Así que, en resumen, el modelo que permite que empresas oligopólicas nos cobren caro por un mal servicio, que permite que la dignidad de la gente sea pisoteada mediante contratos de trabajo antiéticos pero legales y que vean truncas sus posibilidades tantos jóvenes como viejos, profesionales o no y que, además, permite que como grupo humano los peruanos veamos que nuestro patrimonio desaparece sin que nos deje más que beneficios desproporcionadamente pequeños. Este modelo es el cáncer con el sida, juntos.

El afan de los cuatro candidatos «del modelo» por llegar al poder no hace sino reforzar la idea de intereses subalternos. Lamentablemente, la alternativa de Ollanta Humala deja serias dudas sobre un posible autoritarismo y cualquier «sorpresa» que pudiera ocurrírsele. Más aún, viendo su comportamiento indefinido como candidato. El cuenta con algunas personas muy valiosas en su equipo. La esperanza está en que siga su plan de gobierno y que su equipo técnico-político lo ayude a hacerlo de la mejor manera.

Pero es la única esperanza a la vista para «curarnos» del cáncer con sida que nos afecta como nación.

Saludos

T.S.